«Para que me saquen la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 van a tener que matarme o pincharme la bici», afirmó el ciclista José Augusto «El Maligno» Torres Gil, campeón olímpico en París 2024 en la disciplina de BMX Freestyle y actual líder del ranking mundial. «Quiero seguir con el mismo hambre y estar más completo y buscar esa medalla a gusto, sintiéndome bien, realmente. Al no creer, todavía, lo que tengo, quiero que me respeten. Por más que sé que lo hacen, quiero sentirlo más todavía. Para eso necesito exigirme mucho más», expresó una exclusiva y extensa entrevista con Página/12 a un año de su consagración en los Juegos Olímpicos de París. El «Maligno», de 30 años, nacido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y que vive en la capital de Córdoba desde los 11 años, obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024 y logró así la segunda presea dorada del ciclismo nacional en la historia de los Juegos Olímpicos luego de la que conquistaron Juan Curuchet y Walter Pérez, en la prueba Madison en Beijing 2008. El otro gran impacto que logró el año pasado fue cuando se consagró subcampeón mundial en Abu Dhabi, Emiratos Arabes Unidos, en diciembre, detrás del australiano Logan Martin, campeón olímpico en Tokio 2020.
–¿Le das importancia al ranking mundial?
–El ranking es algo que me pone muy contento pero no es algo que me motive tanto. Es algo increíble, único, que te sirve para muchas cosas pero lo único que me mantiene tranquilo es saber que estoy al nivel de los demás. Si no estoy a ese nivel y estoy primero en el ranking, mentalmente no me sirve.
–¿A un año de que subiste a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de París siguen en pie estas dos frases: «todavía no me creo que gané el oro» y «todavía no me creo que soy campeón olímpico»?
–Esa frase está más firme que nunca. Igual, intacta. Siendo realmente sincero, no lo puedo comprender. Siempre vi a los Juegos Olímpicos y al deporte de alto rendimiento y supe que eran lo máximo. Ni hablar de medallas, ni hablar de un oro. Hoy me pregunto ¿por qué me tocó a mí? A veces no lo comprendo. No lo comprendo ni lo puedo sentir todavía: «soy campeón olímpico», «fui o seré el mejor del mundo». Nada, no lo puedo ni decir, ni me animo. Y pasó un año. Cuando voy al exterior está todo perfecto, normal pero vuelvo y me olvido literalmente de la medalla olímpica y en el aeropuerto está la gente pidiéndome fotos, felicitándome, agradeciéndome y ahí recién me vuelvo a acordar del oro. Realmente me olvido de lo que sucedió porque todavía tengo cosas por lograr que quedaron inconclusas.
–Aunque digas esto, lo cierto es que sos campeón olímpico.
–Si, si trato de sentirlo pero me es difícil. Se logró lo máximo. Fui a mi primer Juego Olímpico bastante jugado y ganar la medalla de oro en la última ronda, dentro del riesgo que tomé, lo disfruté un poco.
–Hablaste de cosas por lograr que quedaron inconclusas. ¿Cuáles?
–Algo que para mí es muy importante: sentirme al ciento por ciento. Aún no llegué a sentirme cerca. Algo que me gustaría saber es cómo me sentiría o me desenvolvería en la competencia en los próximos Juegos, si me siento realmente al ciento por ciento y afino todas las cosas que no hice.
–¿Ganaste la medalla oro no estando al ciento por ciento?
–Me exigí al máximo, tomando riesgos. Funcionó, pero no estaba al ciento por ciento. No me sentía el tipo más preparado de todos. A Los Ángeles me gustaría ir completo, seguro, firme en lo que estoy por hacer y con aura de decir «Che, estoy por acá».
–¿Para lograr esto qué trabajo debés hacer?
–Siento que, dentro de todo, tengo disciplina porque me gusta no porque para un sacrificio. Pero no te voy a negar que en la parte de la alimentación no soy un tipo perfecto, me descuido bastante. Esa parte me gustaría trabajarla porque a la hora de ir a entrenar y a competir, la siento: me falta energía; en vez de entrenar dos horas hago una hora y media, entonces voy y vengo, voy y vengo y en ese sentido me falta afinar bastante. Me gustaría tener esa mentalidad fuerte para poder hacerlo.
–¿Y esos cuelgues a qué se deben?
–Punto uno: tengo a mi vieja que para mí es la mejor repostera del mundo y hace las mejores tortas del planeta y claro, cuando algo sale mal, queda en la heladera y quien está cerca de la heladera? Yo. La parte dulce es la que más me complica, no tanto la salada y todo el tiempo estoy con esos gustos. Tengo que mejorar esos detalles. Otra cosa que tengo que mejorar después de ganar la medalla es que mucha gente se acerca a nuestro parque y se pone a ver junto a sus familias nuestros entrenamientos y te piden fotos, se ponen a charlar con vos. Yo, feliz de hacer todo eso, pero lo cierto es que eso conlleva 10, 15 o 20 minutos de enfriamiento de la práctica en la que estabas. Me complico. Tengo que decir: «me esperan un segundito que termino de entrenar». No lo hago y eso hace que baje un poquito el rendimiento.
–¿Pensaste en incorporar a un nutricionista a tu equipo?
–Debería, debería, ja, ja. Como estoy con varios proyectos, varias responsabilidades, si no tengo a alguien –ya sea mi hermano o alguien de la familia– que me diga: “Maligno, tenés un turno mañana a las tres de la tarde con nutricionista» va a ser muy poco probable que levante el teléfono y diga voy a ir, cuándo y cómo. No me estoy haciendo ese tipo de tiempos, vengo colgado, pero debería hacerlo, realmente.
–¿La medalla de oro en París te genera un peso psicológico de cara a los JJOO de Los Ángeles porque tenés que defenderla?
–Sí, por supuesto. Más sabiendo la edad que tengo. No tengo 21 años, sino 30 y sé que voy a llegar a Los Ángeles con 32. Sé que es mucho más exigente, aunque por supuesto es posible. También se que si tuviera una medalal de bronce buscaría una de plata u oro, pero logré una de oro en París y voy a buscar lo mismo en Los Ángles, no menos. Tengo que ingresar como sea a Los Ángeles 2028 e inmolarme allá.
–¿Cómo es el proceso de clasificación a los JJ.OO.? ¿El ganador de la medalla de oro del juego pasado clasifica directamente?
–Por ahora no tengo ninguna noticia. Pero con toda la suerte que tengo no va a pasar eso, voy a tener que clasificar de nuevo. Quizás prefiera hacerlo de esa manera para mantenerme exigido todo el tiempo, pero ojalá tuviera un vientito a favor y digan «Maligno está directamente en el próximo Juego Olímpico». Como somos un deporte nuevo en los Juegos lo veo poco probable, no creo que pase.
–¿Sos consciente de que te la van a querer arrebatar?
–Sí, dalo por hecho. Tres meses después de los Juegos nos enteramos que Inglaterra tenía un parque igual para las olimpiadas. Vos vas a probar las rampas y ellos va a ver qué trucos hacer en cada línea que ya tienen en la cabeza. Es muy difícil pelear contra ese tipo de cosas. Para que me saquen la medalla de oro van a tener que matarme o pincharme la bici. Quiero seguir con el mismo hambre y estar más completo y buscar esa medalla a gusto, sintiéndome bien, realmente. Quiero que mis rivales me respeten y por más que sé que lo hacen, quiero sentirlo más todavía. Para eso necesito exigirme mucho más.
–¿Cuándo decis seguimos siendo latinos, puntualmente a qué aspecto te referís?
–A que la tenemos muy complicada y difícil. En infraestructura, a nuestra vida, a nuestros ingresos, todo. No vamos pensando simplemente en competir como hacen los de afuera. Vamos pensando en cómo vas a llegar a la competencia, si tenes plata para tal cosa u otra. Lo típico de un latino. Un latino no tiene chances. Cuando crees que después de tantos eventos lograste ponerte una sombrilla para el sol, ellos ya tienen un chaleco de hielo. Estamos muy lejos de los equipos que viajan con ellos. Y nosotros viajamos con un preparador físico. Nada más. Hay que aceptar las condiciones de dónde venimos, que obviamente son desiguales, y meterle huevos. El argentino tiene ese extra, ir con toda la sangre y la garra a competir.
–En una entrevista con Página/12, en enero, dijiste que otro reto que te trazaste para este año era tratar de mantener una línea, y demostrar que estás entre los mejores del planeta. ¿Lo lograste?
–Uno de mis objetivos para este período de olimpiadas era tratar de mantenerme en en lo más alto. Ver si podía lograrlo. Por el momento, lo logré. Siempre estoy dentro del top-10, hace varios años, que es lo más difícil. Pero como no soy conformista quiero más y más.
–En octubre se disputará el mundial en Arabia Saudita. ¿Qué objetivo tenés para ese torneo?
–Me gustaría ver si puedo lograr ser campeón del mundo. Tengo las ganas y las esperanzas del lograr un primer puesto en un campeonato mundial. También colocarme esa remerita de campeón del mundo. Quiero ir por eso. Sé que es realmente difícil pero no es imposible. Voy entendiendo que todo es posible, que a los atletas que siempre fueron mis ídolos también se les puede ganar. Quiero ir por ese campeonato del mundo.
–Sos campeón olímpico, subcampeón mundial en Abu Dhabi, Emiratos Arabes Unidos, 2024, ¿continuás con las inseguridades que constaste que tenés antes de las competencias?
–Soy muy inseguro, honestamente. Un truco lo aprendo muy lento, me lleva mucho tiempo aprenderlo pero perder la seguridad es fácil. Me cuesta confiar, al día de hoy no me siento mejor que nadie y cuando voy a las competencias siento que los otros son mucho mejor que yo, así que eso me da una cierta inseguridad. Trato de ver si puedo disfrutar más la competencia para ver si logro esa seguridad que me está faltando, pero todavía no logré mejorarla del todo, estoy en eso.
–Por último, ¿en el plano psicológico te cambió en algo ser campeón olímpico?
–Me ayuda a estar más tranquilo mentalmente. Antes estaba un poco más desesperado por los ingresos, porque eso jamás lo podes evitar. Por más que estés compitiendo, siempre pensás en cómo llegar a ese objetivo, como tratar de no desperdiciar ni un peso de lo que tenés porque sabes que la carrera deportiva es corta. En ese sentido, me ayudo a tranquilizarme un poco más.