River necesita volar. El objetivo de Marcelo Gallardo es que este equipo que no ha logrado acercarse a la estratósfera -ni mucho menos- consiga esa velocidad crucero que lo lleve a diez mil pies. Y a los objetivos trazados.
Pero para volar, en términos futboleros, hacen falta resultados. Y por matemática deportiva, eso se consigue únicamente con goles. Los que River se perdió casi patológicamente ante Monterrey y lo privaron, 90 minutos más tarde, de la clasificación a octavos. Y que el equipo también perdió: sin Sebastián Driussi (cuya lesión en el tobillo le podría demandar hasta dos meses de rehabilitación) ni Franco Mastantuono -ya en el limbo que separa su estadía en Núñez de su presentación en el Real Madrid- a corto plazo se quedó estadísticamente sin 18 goles. Un 42% de los que festejó a lo largo de 2025.
Para volar, al River de Gallardo le hacen falta resultados. Foto: Marcelo Ferreiro
Y es que Driussi se anoto siete y dio una asistencia más, mientras que Mastan aportó la misma cantidad pero con una mayor dosis de pases que derivaron en festejos. Y sólo una vez hicieron match: en el 3-0 a Gimnasia, el Gordo asistió a la joya que a partir del 15 de agosto disfrutarán Xabi Alonso, Kylian Mbappé y Florentino Pérez.
Se entiende que Gallardo, entonces, haya pedido apurar gestiones para contratar a un delantero como Maxi Salas. Una de las cartas ofensivas de Racing que mejor parece adaptarse -al menos en lo teórico- al juego voraz de presión en tres cuartos y a la intensidad que decanta en errores ajenos propensos al gol.
Maximiliano Salas, de Racing a River.
Por lo pronto, el Gordo a nivel estadístico llegaría en condiciones de soportar la necesidad de River: con un aporte de tres gritos en lo que va del año pero otras cinco asistencias en 1.685’ en cancha (una participación clara cada 210’), el correntino asoma como una carta con potencia. Que no se desenvolvería como un ariete natural, pero que sí podría ofrecer ese vértigo que River ha perdido definitivamente por la salida de FM y de manera transitoria por la baja de Driussi.
Mientras en Racing se ha iniciado un operativo de seducción para que el futbolista revea la decisión de marcharse a Núñez -difícilmente consigan torcer esa meta: sus posteos en las últimas horas hablaron por sí solos- Gallardo aguarda. Sabe que la inversión por Salas podría amortizarse en cancha como ya ocurrió con Lucas Pratto en 2018. Y contagiar, por estilo, a un grupo que parece reclinado sobre su zona de confort. Algo que no identifica a los equipos del Muñeco.
EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Sólo así, entiende MG, se podrá dar ese paso al frente. Con el handicap que ofrece el almanaque: un mes para preparar a este nuevo River que moldeará con las incorporaciones “precisas” que decidió hacerle a un plantel con abundancia de nombres pero escasez de variantes. Y que ofrezcan algo más de cara a la red ajena: detrás de Driussi y el alejado Mastantuono figuran en las métricas un Miguel Ángel Borja cuyo futuro en el club parece juzgado (participó de ocho gritos; a fin de año, más tardar, emigrará) y un Facundo Colidio que está próximo a extender su contrato y que con influencia directa en otros ocho goles asoma como el único picante de arriba.
Marcelo Gallardo rearma el equipo. Prensa River
¿El resto? Un Gonzalo Montiel que ofreció cuatro asistencias y un Nacho Fernández que repartió goles (2) y pases decisivos (2) al igual que Maxi Meza. Poca socialización de gritos y una necesidad prácticamente decretada de quienes se mueven en el último tercio. Para que la tendencia se mantenga pese a las caídas y que River vuele. Por eso se mueve en el mercado con Salas y también con la alternativa de Lucas Cepeda, de Colo Colo, un extremo/lateral que también puede aportar en ataque. Si son o no las alas que necesitan en Núñez lo dirá el devenir de las negociaciones, y especialmente de los rendimientos que puedan ofrecer.