El presidente Javier Milei no titubeó en alertar que si las leyes con impacto fiscal eran aprobadas por el Congreso, serían vetadas. También dijo que si la ratificación del veto fallaba, estaba dispuesto a judicializar la aprobación de las normas.
Tampoco dudó en señalar a todos los mandatarios (aliados y no aliados) y acusarlos de querer “romper”al Gobierno. Incluso fue por más y los alertó: “Jodan todo lo que quieran, los espero el 11 de diciembre”, en alusión a la fecha en la que el resultado de las elecciones de octubre se verán reflejados en el recambio legislativo.
Desafíos y raptos de ira que cayeron en saco roto. El Presidente y la Casa Rosada sufrieron una estruendosa derrota legislativa el jueves pasado en el Senado con un dato adicional: el veto a la ley de asistencia a Bahía Blanca fue rechazado.
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Pero no solo fallaron las amenazas presidenciales. Falló (una vez más) todo el dispositivo político de la Casa Rosada que fue incapaz no solo de torcer la voluntad del Senado, sino incluso de coordinar una estrategia. De esa manera, quedó seriamente dañada la posibilidad de que el Gobierno ratifique el veto. Así se abren interrogantes hacia el futuro que no son esperanzadores para Milei.
Con la bancada de Unión por la Patria y algunos senadores opositores autoconvocando a sesionar, la Casa Rosada se mantuvo incólume. No hubo llamados. Ni whatsapps. Tampoco gestos. Todo lo contrario, solo el reto público del Presidente a los gobernadores que lo acompañaron en la Ley Bases y en todas sus iniciativas de impronta fiscalista. Muchos de ellos, posibles aliados electorales hasta hace escasas semanas
Para Balcarce 50 la jornada fue caótica. Recién, cuando las votaciones eran cosa juzgada, el oficialismo atinó a hacer control de daños. ¿Qué ofrecieron? Absolutamente nada. El jefe de Gabinete Guillermo Francos levantó el teléfono y habló con algunos gobernadores.
En paralelo, el secretario de Hacienda,Carlos Guberman (quien custodia la caja), daba señales de vida e intentaba abrir un canal de negociación.
Según pudo reconstruir PERFIL, las interlocuciones se superpusieron y fueron contradictorias. Algunos funcionarios solicitaban que los senadores se levantasen y vaciaran la sesión; otros que votarán negativamente los proyectos que se estaban tratando.
Los gobernadores ya habían dado señales de disconformidad, cuando habilitaron el quórum en la última sesión de Diputados. Pese a ello, la Casa Rosada hizo caso omiso.
Las descoordinaciones y superposiciones del dispositivo político fueron acompañadas a su vez de la estrategia pergeñada por Eduardo “Lule” Menem, que quiere jugar “puro violeta” en cada distrito. Los roces electorales con los jefes territoriales se trasladaron a la arena legislativa y hasta los senadores de Corrientes que responden a Gustavo Valdés dieron quórum. Toda una señal. El próximo 31 de agosto radicales y libertarios se disputarán la gobernación correntina. Los intentos de acuerdo también fallaron.
El propio Carlos “Camau” Espínola que coqueteaba con la idea de ser el candidato libertario en la provincia terminó aliándose a Valdés y habilitó a su vez el tratamiento de proyectos sensibles para las arcas libertarias. El “No hay Plata” de Milei no tuvo eco en el recinto del Senado.
En el oficialismo lo reconocen. Desde el “caso Kueider” construir una mayoría en el Senado les resulta imposible. Con la cosa juzgada, solo atinaron a descargar furia contra la vicepresidenta Victoria Villarruel. Un signo de impotencia, pero también de fragilidad en un momento de adversidad. Ahora algunas voces alertan sobre el escenario en Diputados, que a priori, está lejos de los “87 héroes” que el año pasado le permitieron a Milei consolidar el veto a una nueva fórmula jubilatoria.
En el oficialismo hacen cuentas y señalan que tienen 75 votos sobre los 257 que tiene la totalidad de la Cámara de Diputados. Ese escenario obliga al Gobierno a seguir trabajando para ganar número, todavía lejano. En ese contexto se suma la competencia electoral y el incumplimiento de los compromisos que la Casa Rosada asumió (fondos, obras, compensaciones), y de los que todos los mandatarios se quejan por lo bajo.
Las descoordinaciones en el dispositivo político no son nuevas. Hay gobernadores que hasta hace poco veían al asesor Santiago Caputo como una “ventanilla” que podía resolverles problemas de gestión. Por ejemplo, destrabar préstamos internacionales. Con el avance del calendario electoral, Caputo quedó cada vez más relegado y su poder de influencia mermó en detrimento del ala que lidera Karina Milei y Lule. La hermana del Presidente asumió la conducción de las negociaciones y de los armados electorales.
Pero todos los casos son distintos. Entre los mandatarios circula la certeza de que con la jornada del jueves se envió un mensaje: se mostró la importancia del aval de los gobernadores y su capacidad de daño. En provincias como Mendoza, conducida por el radical Alfredo Cornejo no está cerrada la posibilidad de un acuerdo. Tampoco en Entre Ríos con Rogelio Frigerio, uno de los territorios donde se eligen senadores. Un armado robusto será clave contra el peronismo. Pero las dudas están sobre los vetos y las alianzas electorales. Por ahora, la única certeza es que los textos impulsados por las provincias tendrán aprobación segura en Diputados.