InicioDeportesVivencias de un viaje a China: un mundo feliz?

Vivencias de un viaje a China: un mundo feliz?

Ante todo me excuso frente a cualquier prejuicio ideológico. También ante Aldous Huxley por el tomar prestado el título de una de sus obras, que me sirve para graficar un viaje que incluyó diez ciudades de distintas regiones. Y donde ahora existe un neocomunismo capitalista. Porque… ¡sorpresa!, nos encontramos con un país de fisonomía netamente occidental, hasta en sus vestimenta. A partir de la desaparición del líder mesiánico (1976), que pretendió borrar toda una rica historia de siglos y siglos y escribir una nueva versión iniciada con su llegada al poder (la revolución cultural de 1966/69), las autoridades que lo sucedieron visualizaron claramente que de perseverar en el esquema de política económica en el que estaban encerrados al menos desde 1949 la nación se encaminaba inexorablemente hacia su ruina total.

Se aflojaron entonces progresivamente los contactos con el mundo exterior, se alentó una masiva radicación de capitales y de importantes firmas y corporaciones internacionales, que demás está decir, se lanzaron con avidez sobre este nuevo mercado de consumo de 1400 millones de individuos. De los grandes negocios globales del lujo (y aún de los intermedios), créase o no, no falta ninguno. En síntesis: la reforma consistió en la instauración de un nuevo sistema, vigente hasta hoy, que bien podría definirse como dictadura socialista-capitalista (?) o neo comunismo (““nuestro comunismo no es igual al de otros lados”).

Esta verdadera revolución trajo como resultado una transformación visceral del país. El gran cambio. Entre los últimos veinte y treinta años, el proceso económico cobró acelerado movimiento, y se construyeron una gran cantidad de aeropuertos y estaciones de tren, autopistas, jardines, miles de torres de modernísimos departamentos, plantas fabriles e instalaciones industriales, se renovaron y actualizaron puertos y ferrocarriles, se electrificó hasta por demás la totalidad del territorio. Se estableció asimismo un singular sistema de propiedad privada. En las ciudades las viviendas se compran por 70 años; en el campo, por 20. Pero la titularidad del suelo sigue siendo del Estado, que al fin del plazo decide si lo prorroga. Y con esta operatoria de ventas se hizo de inconmensurables fondos.

En la calle, donde no hay ni un papel ni un mendigo o pedigüeño, ni una pelea, nadie grita ni toca la bocina y se ven Mercedes y BMW, Audi, Porsche, Ferrari; grandes Volkswagen y Peugeot de producción local, y la marca estrella de China: Byd. El parque automotor es moderno (el 70% es eléctrico) y convive con las motos (también eléctricas) y las bicicletas para circular por el centro de las grandes ciudades, de más de 20 millones de habitantes. No hay basura. El tránsito es absolutamente ordenado. El delivery de comida se realiza con un robot. Lo curioso es que esto convive con la falta de agua potable en todos los niveles. Hay letrinas, especialmente en los múltiples baños públicos.

Sin perjuicio de alguna ventaja de los funcionarios (es estrictísimo el ingreso a la carrera), en los grandes centros urbanos una pareja media con dos sueldos vive bien (se están fomentando los matrimonios y se derogó la limitación de la natalidad). Accede a su vivienda, paga una cuota hipotecaria, adquiere un vehículo, y hasta puede traer a sus padres jubilados a vivir con ellos, para que los ayuden y se ocupen del hogar y de los hijos. La seguridad es completa. El costo de vida, muy barato. Los hoteles de cinco estrellas, los pequeños y grandes supermercados y los suntuosos centros comerciales son parte del paisaje urbano. Los colegios y sistemas de salud, privados (además de los públicos). Se enaltece a las personas mayores; se hace vida de familia. La superstición convive con miles de Budas, que los hay por todos lados. Hay trabajo. Respeto. Buenos modales. El 99% de la población no habla inglés, lo que responde a una premisa no escrita: el chino mandarín es el idioma más hablado del mundo. La idea es: no necesitamos conocer otra lengua para manejarnos afuera, porque no tenemos idea de salir al exterior. En cuanto al turismo local, tampoco, porque sólo el 5% proviene de países de palabra europea (el 95% es turismo interno), ¿Para qué vamos a estudiar entonces otro idioma?

China es hoy la segunda economía del globo, la primera potencia manufacturera, tiene un superávit comercial superior al de Estados Unidos, Alemania y Japón juntos, y más dólares en sus reservas que el mismo EE.UU. Sus adelantos en el campo tecnológico son de punta: genera tres de cada cuatro de las baterías de litio que se utilizan en el globo. Sus plantas industriales utilizan más robots que en cualquier otra latitud. Produce dos tercios de los vehículos eléctricos de todo el planeta, la mitad de los productos químicos, el 90 por ciento de los paneles solares. Su flota naviera es la mayor del orbe. Los componentes que fabrica para telefonía celular son únicos, insustituibles. Y exporta el acero, el aluminio y el plástico que el mundo demanda. Shanghái se convirtió en el centro comercial, bancario, financiero y de negocios más importante de Asia.

Paralelamente a todo esto, el extranjero siempre debe andar con el pasaporte en el bolsillo, porque se lo requiere en todos lados: ingresos y salidas de bellísimas pagodas, museos, terminales aéreas y ferroviarias, monumentos, exhibiciones, palacios. Hasta para recorrer la plaza Tiannanmen. Hay cámaras de control por todos lados: el Gran Hermano vigila. Y no se puede usar Google porque se encuentra interdicto en China, ya que rehusó encuadrarse en la normativa del gobierno en materia digital.

En las elecciones no hay competencia, porque se presenta sólo el partido único del gobierno (dentro del cual es posible hacer carrera política). Una falta de libertad política que tiene su contracara en un hecho concreto: ¿sería posible manejar un país con tal número de etnias, distancias, disimilitudes sociales y geográficas y costumbres distintas sin una conducción fuerte, unificada, cuyas decisiones de cualquier índole no se cuestionan?

¿Y el Covid?” “Por supuesto que se originó en Estados Unidos”.

Abogado, periodista, ex legislador (Partido Demócrata)

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